OPINIÓN

El 'nuevo fútbol': goles huérfanos y cánticos enlatados

Joaquín AdornaJoaquín Adorna
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El 'nuevo fútbol': goles huérfanos y cánticos enlatados
El derbi se jugará en un Ramón Sánchez-Pizjuán vacío. - Joaquín Adorna (@JoaquínAdornaED)
Se llenan los bares... estarán vacíos los estadios de fútbol. Se abrazan los amigos en la cuarta cerveza en terrazas que rebozan alegría... flotarán invisibles y tristes abrazos perdidos en gradas desérticas. Rodará el balón en partidos oficiales descafeinados, más parecidos a entrenamientos televisados que podrían ser adornados con cánticos enlatados.

Buscamos alarmados una 'nueva normalidad' -me quedo, como Nadal, con la antigua normalidad'- en una desescalada a ciegas, sin test a ningún conocido para que sepamos quién ha estado contagiado, quién está inmunizado o quién tiene la asintomática capacidad para contagiar. Y vamos a marchas forzadas a descubrir un 'nuevo fútbol' que, sin aficionados en los campos, pierde la mágica capa que ocultaba su auténtica esencia mercantil.

El fútbol se paga sus pruebas, y hace bien. Cierra el círculo con medidas preventivas y deja en evidencia a un Gobierno incapaz de proteger a su población, más allá de un confinamiento basado en el miedo. Aun siendo otro fútbol, sin la esencia de quienes dan sentido al espectáculo -los seguidores-, el regreso de la Bundesliga ya representa un soplo de alegría y esperanza para todos. También invita al optimismo ver en el horizonte el derbi Sevilla-Betis. Un salvavidas en pleno oleaje en altamar.

Será otro fútbol: el 'coronafútbol'. Goles huérfanos de cánticos de bienvenida. Un fútbol de mentira despojado de las miradas verdaderas que dan fe de lo acontecido sobre el terreno de juego sin el filtro que impone la pequeña pantalla. Un mal necesario para pagar las millonarias hipotecas adquiridas que, al menos, sacará a gente de debajo de la cama para sentarla delante del televisor.

¿Ensayo o representación teatral? Una función de teatro pasaría a ser automáticamente un ensayo si se lleva a cabo en una sala vacía. Los actores del fútbol interpretan su papel en un nuevo escenario. A los que se lucen entrenando y se apagan con los focos, les puede beneficiar. A los que se crecen frente a miradas juzgadoras, rebuscarán en su interior lo aprendido en cursos, charlas o ejemplos de automotivación.

Rodará el balón sobre el césped, pero los puristas negarán un reencuentro con el fútbol. Los cinco cambios, los partidos cada tres días metidos con calzador en el calendario o el infernal calor veraniego -hasta el Norte lo sufrió el año pasado- desvirtuarán aún más una competición que, en su descargo, ha tenido la valentía de plantarle cara a un virus mortal. Nace otro fútbol que, con goles huérfanos y cánticos enlatados, cuesta abrazarlo.
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