Anularse por encima de todo. Ésa pareció la encomienda de
Sevilla y
Real Sociedad ayer en Anoeta, conscientes de que sus delanteras (por las bajas nervionenses y el mal momento easonense) no estaban en su mejor momento. Confiaban seguramente
Pablo Machín y
Asier Garitano en que algún destello jalonaría el tacticismo reinante, aunque no fueron suficientes para deshacer una igualdad palpable.
En el primer tiempo, unas pocas acciones individuales (las de
Januzaj y
Juanmi, por parte local; y un par del
'Mudo' y
Banega, por la visitante) rompieron la tónica pareja, con dos equipos que, aunque se dibujaban de manera diferente sobre el campo, practicaban un fútbol similar, con presión alta y escalonada para incomodar la salida de balón del oponente, ambicionando igualmente la posesión para hacerle daño, aunque apenas hubo errores reseñables que alimentaran la ambición del otro. El
resultado, un lógico ejercicio de alternativas, con intercambio más de intentos que de golpes.
En la reanudación, más de lo mismo, pues la colocación de ambos era modélica, así como la ocupación de los espacios, por lo que cualquier desajuste podía ser letal para el que lo cometiera. Al menos,
Banega y
Franco Vázquez pensaban rápido, ejecutando también sin dilación, por lo que el
Sevilla se dejó querer un poco por un anfitrión exigido por su público para tratar de ajusticiarlo en cualquier transición atinada. Al final, más imprecisiones de los atacantes que de los zagueros, por lo que no se movería el marcador.