Estadio Deportivo5 min lecturaRedacción deportes, 17 may (EFE).- El regatista gallego Nicolás Rodríguez García-Paz (Vigo, 30 de abril 1991), tripulante, junto al patrón catalán Jordi Xammar, del 470 español en los JJ.OO. de Tokio, opina que, "a día de hoy, el objetivo es el oro olímpico", que por lo que han "trabajado durante tanto tiempo y en lo único" en lo que piensan.
"Han sido cinco años muy duros y los Juegos son la prueba de fuego para demostrar que todas las ganas que hemos puesto y el trabajo realizado ha merecido la pena", ha añadido.
Actuales número uno del ranking mundial, subcampeones del mundo en de Enoshima (Japón) 2019 y bronce en el Mundial de Aarhus (Dinamarca) en 2018 y Vilamoura (Portugal) en 2021, son firmes aspirantes a medalla en la cita olímpica.
Rodríguez ha pasado en menos de cinco años de estar a punto de dejar la vela a ser una de las grandes bazas españolas para lograr una medalla olímpica. Seguidor declarado del Celta de Vigo, que le homenajeó en Balaídos con motivo de su bronce en el Mundial de 2018, dejó una brillante carrera profesional fuera de España para intentar cumplir su sueño deportivo.
Licenciado en odontología (2014) por la Universidad de Santiago se inició en la vela a los ocho años el Real Club Náutico de Vigo, su ciudad natal, ganó dos campeonatos de España de la clase 420 y entró en la vela olímpica en la clase 49er., pasando a la clase 470 y acabó por irse a Las Palmas para preparar un proyecto olímpico.
En mayo de 2016, sin ayudas, compaginando entrenamientos con trabajos de entrenador e incluso de dentista, decidió dejar atrás la carrera deportiva.Una oferta de una prestigiosa clínica odontológica de Holanda, donde residía su novia, parecía que iba a cambiar su vida, pero el destino le haría volver a la vela.
Y ese destino era el regatista barcelonés Jordi Xammar quien, junto a Joan Herp su compañero durante nueve años y que compitieron en los Juegos Olímpicos de Río 2016, finalizando duodécimos en el 470, tuvo que b buscar un nuevo compañero de equipo ya que Herp lo dejaba para dedicarse a sus estudios.
Desde el mismo aeropuerto de Río y antes de tomar el avión para España le llamó para proponerle navegar con él y el vigués ni lo pensó y aceptó. Alos tres días ya estaba de nuevo en España y a finales de septiembre de 2016 empezaban a entrenar juntos.
Han pasado casi cinco años y hoy reconoce: "El primer reto que te pones es el aprendizaje; el ser mejor profesional porque esto te llevará a un montón de cosas. Ser consciente de que así cuando se te abre una puerta también pueden abrirse dos y esto es lo que más he aprendido en este tiempo".
Y no ha sido fácil. "La verdad es que cada vez que crees que llegas ves que te queda cada vez más y tiene que trabajar para ver que es lo que te interesa más en ese momento y siendo consciente de que vas a tener que trabajar en otras; es como algo infinito".
"Todo esto como regatista te llevara a lograr un buen resultado en los Juegos, a ser mejor profesional a optar a nuevos proyectos profesionales con más conocimientos", asevera.
Quiere seguir ligado a la vela de competición en el futuro. "Uno de los sueños que tengo es la posibilidad de estar en una Vuelta al Mundo, aunque la distancia que aun tengo para poder optar a ella es aún enorme".
"Formarse en muchos ámbitos es importante para llegar a ser alguien y que tengan en cuenta por tu capacidad", concluye el vigués.