El Sevilla
volvió a ser superior -al Celta- muchos minutos, como lo fue ante el Valencia, el Barça y el mismísimo Bayern. Pero
sin disparar a puerta, el Celta se puso por delante al filo del descanso para castigar de manera severa, una vez más, la alarmante y preocupante falta de pólvora de un equipo que supo interpretar bien el juego y se proyectó en ataque con asiduidad, pero que no sabe hablar el lenguaje del gol, el único que vale.
Con más cambios de los esperados en el once y
una defensa revolucionaria, Montella apostó por dar consistencia a la medular con la pareja
Nzonzi-Pizarro para adelantar la posición de Banega, que en la práctica era quien bajaba a recibir, convirtiendo a sus compañeros en interiores. De ese modo, los nervionenses robaban y protagonizaban rápidas salidas para encontrar
los apoyos de Ben Yedder por dentro, plantándose con peligro en el área celeste, aunque sin maldad.
No era el 'Dream Team' de Guardiola, pero
con lo que proponía tenía que bastar para vencer. Porque
atrás, además, no se sufría. Pero
en otra jugada desafortunada, Soria no pudo evitar pese a sus paradas el gol local, tras dos remates de sus compañeros sobre su propia meta. Con ese lastre, el segundo acto arrancó con el mismo guion. En diez minutos, Ben Yedder ya había gozado de dos ocasiones para remontar, pero sus remates no se libraron de la inocencia que acompaña a todo el equipo y
Aspas, en cambio, sí sacó su fusil para ajusticiar a un Sevilla herido de muerte que se desconectó, bajó los brazos y regaló dos goles para acabar otra vez goleado. Fallando tanto en las áreas es imposible alcanzar ninguna meta. Y Europa se escapa...