Huesca 2-1 Sevilla F.C.: Ni el VAR sirve de cortina de humo

Huesca 2-1 Sevilla F.C.: Ni el VAR sirve de cortina de humo
- Álvaro Palomo
Álvaro PalomoÁlvaro Palomo 6 min lectura
La locura del epílogo concentra en su desenlace el caos absoluto de un Sevilla traumatizado por sus complejos y la incapacidad de Machín de reanimarlo e imponer, al menos, el sentido de la responsabilidad. Porque, como evidenció la sentencia de Chimy Ávila, ya ni siquiera se percibe en su equipo ese mínimo exigible de mantener la concentración, de saltar a por un balón dividido o de no quedarse colgado en la última acción del partido. Hasta queda sin relevancia la polémica postrera con el VAR, porque le resultó suficiente con apretar en la segunda mitad para acariciar la remontada, pero este Sevilla se desmonta ante cualquier imprevisto y a los rivales les basta con orden y corazón para superarle, incluso un Huesca tan frágil preso de sus nervios como más comprometido hasta el final.

Machín reacciona más con medidas desesperadas que con decisiones concienzudas y los jugadores no le responden. La caída libre lo puede sacar hoy de Europa y no se aprecia el más mínimo atisbo de que el rumbo pueda variar sin un golpe de timón. Europa dictará sentencia si continúa la inacción. Tras el cambio de sistema realizado ante el Barça, Machín regresó ayer a su fórmula habitual, con la defensa de tres, Navas y Promes como carrileros largos y con los dos puntas arriba. Sí apostó de nuevo por Marko Rog en una medular en la que Banega ejercía de pivote.

El rosarino asumió galones desde el inicio, buscando el esférico en la gestación, pero la vigilancia de los oscenses limitó muy pronto su margen de acción y con él la claridad de los nervionenses, dominadores de la posesión pero atascados ante la cohesión de un Huesca ordenado en las basculaciones y que vio reforzada su propuesta en el primer acercamiento. De hecho, en el 7' maximizó los problemas defensivos del Sevilla en una acción en la que Galán se internó entre Navas y Sarabia para habilitar a Juanpi, completamente solo en el área chica. 1-0. Otra desaplicación atrás. Otra ausencia de concentración que examinaba si el diván de Machín había surtido efecto para levantarse en circunstancias adversas.

Hubo una tímida reacción, proyectada por la derecha de Navas, profundo en sus subidas y que habilitaba a Sarabia para que se descolgara y se infiltrara en las líneas enemigas. Así ocurrió al cuarto de hora, cuando una incursión del mardrileño terminó con una doble ocasión, con remates de Promes y Ben Yedder, salvados en la línea por Miramón. Ante el acecho a Banega, Ben Yedder apareció en posiciones de creación para asociarse y tratar de generar espacios para las entradas desde segunda línea. Arrastraba defensas con el consecuente desorden, permitiendo que el Sevilla, siempre más cómodo con metros para correr, percutiera por los carriles, si bien casi nunca acertaron en el último pase o en la definición. Poco le faltó a Ben Yedder para llegar a un centro de Navas, y aún menos a Juanpi para anotar el segundo, pues en el corazón del área, falló con todo a favor. A los de Francisco les bastaba con lo justo para inquietar ante el caos en la retaguardia blanquirroja, desubicada y sin entendimiento.

Existía sensación de peligro, favorecida por la también endeble zaga local, aunque tanto insistir por la derecha con el puñal palaciego minimizó el nivel de daño antes del descanso, lo que obligaba en la reanudación a diversificar las vías. La reducción de espacios y la presión sobre Banega forzaron a los centrales a convertirse en una de esas vías, con balones largos de Kjaer a la espalda de la zaga local que en su mayoría se perdían en la nada, a excepción del que remató fuera Sarabia en el 63'. Por ende, Navas continuaba siendo la principal baza sevillista contra un Huesca que, casi por inercia, intensificó su repliegue y ya casi no salía de sus dominios. Con esta tesitura, Machín se quedó con defensa de cuatro con las entradas de Wöber y de Munir para acumular futbolistas arriba, y el hispano-marroquí acarició el empate merced a un disparo despejado por Diéguez. Acto seguido Ben Yedder perforó la red local, mas el árbitro anuló el tanto por fuera de juego de André Silva. El Sevilla se volcó con todo, en un asedio absoluto, con más empuje que criterio y una presión muy adelantada para impedir respirar a los azulgranas.

El acoso propició una recuperación en el carril central que terminó con un penalti transformado por Ben Yedder después de que el VAR descartara fuera de juego previo del delantero. 1-1. Más vendaval sevillista. Y más polémica. Porque en el 90' De Burgos Bengoetxea, asistido por el VAR, invalidó el 1-2 de Munir por fuera de juego aunque también pudo haber penalti por manos. Y del posible triunfo a un golpe durísimo en el 98’ por una grave falta de concentración y de intensidad aprovechada por el propio Chimy Ávila para dejar el crédito de Pablo Machín prácticamente a cero.
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