La felicidad está al final del camino

​Discutido en Sevilla y muy apreciado en Holanda. Luuk de Jong viajó el lunes a su país para, antes de concentrarse con su selección, acudir a la gala de la Eredivisie para recibir dos galardones: el de máximo goleador (28 tantos) y el de segundo mejor jugador del campeonato, tras Matthijs de Ligt y por delante de Dusan Tadic.
Es la recompensa merecida a una excelente temporada en la que acabó con 32 dianas y diez asistencias entre todas las competiciones, lo que supone sin duda un aval para atenuar los juicios apresurados sobre su rendimiento como sevillista. Más, si cabe, tras comprobar que su arranque de temporada tampoco fue nada brillante.
Como ahora, que suma tres partidos oficiales sin ver puerta, a De Jong le costó abrir el grifo en su campaña más prolífica como goleador. Se quedó sin 'mojar' en la Supercopa ante el Feyenoord, tampoco vio puerta en las dos primeras jornadas ligueras y alargó su sequía a la ida de la fase de clasificación de la Champions ante el BATE Borisov. No fue hasta el quinto partido cuando se quitó ese mismo peso que tiene ahora encima, y que siente todo delantero.
Y lo hizo con un doblete ante el Zwolle, abriendo un camino que le ha llevado ahora a este reconocimiento.
Paciencia. Es lo que piden todos los profesionales. Una veces el tiempo les da la razón y otras se encarga de señalarlos. Pero en el caso de De Jong, realmente, no es nada extraño que le cueste arrancar en la faceta anotadora, como le está sucediendo en su estreno en Nervión.
Al margen de sus infructuosas experiencias en la Bundesliga (8 goles en 45 partidos con el Gladbach) y en la Premier League (se fue sin ver puerta tras 12 encuentros con el Newcastle), en el PSV, donde ha dejado huella al anotar 112 dianas en 204 choques, tampoco tuvo un inicio demoledor.
En una racha idéntica a la actual, se quedó a cero en sus tres primeras citas en la Eredivisie, a lo que le siguieron otras tres jornadas seguidas marcando (sí había visto puerta en su debut oficial en la fase de clasificación de la Europa League).
También a la cuarta fue la vencida en la 16/17 (entre Supercopa y Eredivisie). Pero, sin duda, su comienzo más difícil fue el de la 17/18, cuando no celebró un gol hasta su duodécima aparición. Tuvieron que pasar siete partidos ligueros, dos europeos y uno de Copa para ver su primer tanto de un curso en el que acabó haciendo 13 y dando 12 asistencias.
Todo esto no quita, eso sí, que en Nervión se le pueda exigir quizás más acierto, pese a que tampoco es que le hayan puesto mucho de gol, pero nadie le puede criticar su esfuerzo ni que deje de mirar por el equipo.
Es la recompensa merecida a una excelente temporada en la que acabó con 32 dianas y diez asistencias entre todas las competiciones, lo que supone sin duda un aval para atenuar los juicios apresurados sobre su rendimiento como sevillista. Más, si cabe, tras comprobar que su arranque de temporada tampoco fue nada brillante.
Como ahora, que suma tres partidos oficiales sin ver puerta, a De Jong le costó abrir el grifo en su campaña más prolífica como goleador. Se quedó sin 'mojar' en la Supercopa ante el Feyenoord, tampoco vio puerta en las dos primeras jornadas ligueras y alargó su sequía a la ida de la fase de clasificación de la Champions ante el BATE Borisov. No fue hasta el quinto partido cuando se quitó ese mismo peso que tiene ahora encima, y que siente todo delantero.
Y lo hizo con un doblete ante el Zwolle, abriendo un camino que le ha llevado ahora a este reconocimiento.
Paciencia. Es lo que piden todos los profesionales. Una veces el tiempo les da la razón y otras se encarga de señalarlos. Pero en el caso de De Jong, realmente, no es nada extraño que le cueste arrancar en la faceta anotadora, como le está sucediendo en su estreno en Nervión.
Al margen de sus infructuosas experiencias en la Bundesliga (8 goles en 45 partidos con el Gladbach) y en la Premier League (se fue sin ver puerta tras 12 encuentros con el Newcastle), en el PSV, donde ha dejado huella al anotar 112 dianas en 204 choques, tampoco tuvo un inicio demoledor.
En una racha idéntica a la actual, se quedó a cero en sus tres primeras citas en la Eredivisie, a lo que le siguieron otras tres jornadas seguidas marcando (sí había visto puerta en su debut oficial en la fase de clasificación de la Europa League).
También a la cuarta fue la vencida en la 16/17 (entre Supercopa y Eredivisie). Pero, sin duda, su comienzo más difícil fue el de la 17/18, cuando no celebró un gol hasta su duodécima aparición. Tuvieron que pasar siete partidos ligueros, dos europeos y uno de Copa para ver su primer tanto de un curso en el que acabó haciendo 13 y dando 12 asistencias.
Todo esto no quita, eso sí, que en Nervión se le pueda exigir quizás más acierto, pese a que tampoco es que le hayan puesto mucho de gol, pero nadie le puede criticar su esfuerzo ni que deje de mirar por el equipo.