El gran error fue creer que
Óliver Torres era
'un Éver Banega', cuando, más que un organizador, se trata de
un conector. Un
agitador.
Piensa y juega rápido, en corto y en largo, y
aparece por cualquier zona de la media punta, bien para prestar una vía de pase al compañero, bien para generar superioridad numérica.
El extremeño tiene capacidad para distribuir, por calidad, pero a él
le gusta más aparecer que estar. Y, últimamente, está apareciendo
mucho y bien. Entiende qué requieren los partidos en cada momento, ayuda a ganar al equipo y sigue sumando asistencias (
ya lleva cinco). La última, ante la SD Huesca,
fue clave. No ya porque sirviese para que el Sevilla FC ganase, sino porque hizo lo que nadie estaba haciendo:
romper al espacio, a lo Marcos Llorente.
Con pocos extremos en la plantilla,
Ocampos lesionado e
Idrissi en Holanda, Julen Lopetegui se ha quedado con
muchos jugadores que la quieren al pie. Y el problema se agrava cuando los que suelen correr por fuera,
Jesús Navas y Marcos Acuña, andan lesionados. Así las cosas, ante los de Pacheta, al Sevilla le estaba costando un mundo...
hasta que apareció Óliver.
El ex del FC Porto también resultó
determinante ante el Barça, con un pase es-pec-ta-cu-lar que aprovechó
Ivan Rakitic para hacer el 2-0. O, por ejemplo, en la prórroga ante el
CD Leganés, poniendo de gol a
Lucas Ocampos.
El mejor Óliver está apareciendo
cuando no le apuntan directamente los focos. Cuando nadie le pide
que sea Banega.
Cuando está siendo, simplemente, Óliver.
Fuente: SofaScore