Carlos Alcaraz ya también sabe lo que es ganar un torneo indoor. El tenista español se impone en su segundo torneo del año tras vencer en la final del ATP 500 de Rotterdam a Alex de Miñaur por 6-4, 3-6 y 6-2 en un partido que parecía tener encarrilado tras el primer set, pero en el que se relajó en exceso en el segundo y casi acaba pagándolo.
El jugador español suma así su 17º título como profesional con apenas 71 jugados, lo que amplía su leyenda como tenista más precoz del circuito a lo largo de los años.
Alcaraz se planteó este año mejorar en donde es más débil y, de momento, los resultados hablan de una mejoría. Nunca había ganado un torneo bajo techo y por eso cambió este año su calendario, se olvidó de la tierra americana y buscó el cemento europeo antes de dar el salto a los torneos de Oriente Medio. En un ATP 500 del que se borró Sinner poco antes, pero que contaba con Medvedev, Rublev, De Miñaur, Hurkacz, Tsitsipas... el tenista español fue de menos a más y, por momentos, dejó la sensación de que, cuando quiere, es capaz de dominar a cualquier rival.
Ante De Miñaur tal vez fuera él su peor enemigo. Tras un primer set en el que rompió el saque de su rival cuando quiso, se 'relajó' en exceso y empezó a cometer un error tras otro que permitieron al australiano equilibrar la balanza. Con todo por decidirse en la tercera manga, el tenista español reseteó en una situación comprometida y, luego, metió la directa para romper por dos veces el saque de su rival, ganar los cuatro últimos juegos y llevarse la final de Rotterdam.
El primer set dejó claro que Carlos Alcaraz es una versión mejorada de lo que Alex de Miñaur puede ofrecer. A la rapidez y potencia del australiano contestaba el español con esas mismas armas. A los restos del tenista austral respondía el español con una contundencia que le permitió mandar en el partido desde el tercer juego.
Alcaraz manejaba la situación con comodidad. Apenas sufría en sus turnos de saque -solo perdió un punto en los tres primeros-, pero con 4-3 a favor y el set encarrilado, apareció una de esas desconexiones a las que acostumbra de vez en cuando y cedió su saque en blanco. Por suerte para él, reaccionó esta vez rápido y volvió a romper el servicio de De Miñaur para cerrar la primera manga a continuación.
Esa sensación de que podía hacer lo que quería cuando quería o le hacía falta le pasó factura en el arranque del segundo set. Alcaraz empezó a enlazar errores no forzados y cuando quiso darse cuenta, ya había perdido su saque y se sentaba con un 3-0 en contra. El australiano es un experto en aprovechar las ocasiones cuando se le presentan. Olió sangre y fue a por ella. Su presión casi le sale bien, porque contó con dos nuevas bolas de 'break' para haberse puesto 40 y saque. Las salvó Alcaraz y, con ello, el set.
Pese a ello, De Miñaur se mantuvo firme con su saque y sólo en una ocasión, con 4-2, vio peligrar su servicio. Tras superar esa situación límite acabó haciéndose con la manga, aunque para ello tuvo que correr más de lo que le habría gustado.
Con todo igualado, Alcaraz volvió a ser el del primer set, ese jugador que lo resta todo y que presiona en cada punto. De Miñaur logró salvar una primera bola de ruptura en el segundo juego, igualar a dos el set y tener ventaja (15-30) con el saque de Alcaraz. Ese fue el punto de inflexión. Ahí, el español se paró, cambió el ritmo y se hizo con el partido. No tendría De Miñaur ni una oportunidad más para ampliar su marcador. Carlos Alcaraz fue un huracán incontenible para él.