Usted que me lee. Sí, sí, usted. No sé si tendrá hijos o no. Si los tiene, quizás pueda entender lo que le voy a explicar. Póngase que usted tiene un hijo, al que quiere y protege por encima de todas las cosas. Póngase que su hijo, en su desarrollo normal, está pasando por un mal momento, como el que podemos pasar cualquiera, y que usted, como padre, ve cómo, en un momento de debilidad, comienzan a atacarlo.
Si es padre, insisto, entenderá la airada reacción de Quique Setién ante los gritos de la grada a
Francis, que no firmó su mejor actuación con la camiseta del Betis. El técnico del Betis
mandó 'a tomar por culo' a los aficionados verdiblancos, un feo gesto por el que
pidió "sinceras disculpas" nada más terminar el partido. Setién
no eludió su responsabilidad y asumió las consecuencias, al tiempo que
pidió comprensión y apoyo para su pupilo.
Hasta aquí,
entiendo, comparto e incluso defiendo la actuación del entrenador del Betis. Me parece perfecto que saque las garras para defender a los suyos. Lo haríamos cualquiera por alguien a quien queremos.
El problema en este caso es que Setién puede confundir el origen de las críticas. No hablo por la grada del Betis -me parecería presuntuoso-, pero me parece cuestionable la gestión que el técnico ha hecho en este asunto.
Francis está a años luz del rendimiento que ofreció el curso pasado. Puede que sea la presión o un momento de forma puntual, pero
el Betis está obligado a cumplir con unas expectativas, que parecen incompatibles con ese carácter paternalista que está demostrando Setién. Puede que el error sea que, en su afán por proteger a un jugador, esté desatendiendo al resto del equipo.
Setién es una persona muy empática, quizás en exceso, una condición casi opuesta a la ambición que se le reclama. En el equilibrio que tanto le gusta al entrenador estará la virtud. De que lo encuentre dependerá en gran medida el éxito de su equipo.