La copa la trajeron Batista y Pumpido, crucificado por los béticos por una leyenda urbana

Pedro Buenaventura lanzó la bomba: hubo un traidor durante la promoción de 1989 ante el Tenerife; las malas lenguas acusan al portero argentino de 'venderse' al Tenerife (como otros a Chano, Manolo Hierro, Julio...), pero los sucesos posteriores no cuadran

La copa la trajeron Batista y Pumpido, crucificado por los béticos por una leyenda urbana
El ex portero posa con Messi tras la entrega de premios de Qatar 2022. - @Argentina
Óscar MurilloÓscar Murillo 5 min lectura

Nadie conoce al Betis, pero no hay evento internacional sin presencia de aficionados con sus camisetas o banderas verdiblancas. La NBA, los Sanfermines y, por supuesto, el Mundial de Qatar. En esta ocasión, la presencia de dos futbolistas en la campeona, Argentina, reduce el margen de la broma. Guido Rodríguez, que lo presenció desde el banquillo, y Pezzella, que disputó los últimos minutos de la prórroga ante Francia, abrillantaron su exitosa carrera con otro título, que unirán a la Copa América, la Finalissima y la Copa del Rey para cerrar, por ahora, un inicio de década para recordar en lo que a la Albiceleste se refiere. Además, a modo de premonición, la Fifa dispuso que la copa la llevaran hasta su pedestal dos ex campeones de 1986, Nery Alberto Pumpido y Sergio 'Checho' Batista, lo que algunas cuentas aprovecharon para afirmar que la representación heliopolitana crecía en Lusail.

En efecto, el cancerbero de Monje era uno de los dos finalistas de un Mundial con que contaba el club verdiblanco antes del evento que acaba de terminar a orillas del Golfo Pérsico, aunque terminó subcampeón en Italia 1990, después de haber ganado la edición anterior representado a River Plate y haber sido suplente todo el torneo de España 1982 como futbolista de Vélez Sarsfield. En el verano de 1988 fue traspasado por los 'Millonarios' al cuadro de La Palmera por 240.000 euros de ahora (40 millones de las antiguas pesetas), vistiendo dos campañas y media la casa bética. Se marchó a mediados de la 90/91 a Unión Santa Fe, donde se retiraría en 1992 para comenzar una carrera por los banquillos que le llevó, aparte de su Argentina natal, a Paraguay (recordado con cariño por Olimpia) y México.

La vinculación de Pumpido con el Betis por parte de algunas cuentas de las RRSS no hizo mucha gracia a algunos, que recordaron la leyenda urbana que, alimentada en su día por el tristemente desaparecido Pedro Buenaventura, leyenda vida del club, señala al portero como el presunto traidor de la eliminatoria de promoción ante el Tenerife en 1989. El que fuera entonces entrenador verdiblanco, pero también secretario y director deportivo, reconoció que en aquel 4-0 de la ida hubo un 'vendido'. Las malas lenguas defienden que cobró 30.000 de las antiguas pesetas, la prima que tenía prometida el cuadro insular por ascender a Primera, y no hizo falta mucho más para que el bueno de Nery se llevara las culpas. Su actuación aquella tarde fue discreta, siendo varios de los goles parables, pero de albiazul vestía entonces un 'cañón' como Rommel Fernández, mientras que los errores del meta argentino no ocurrieron sólo en esa ronda.

El caso es que Pumpido se quedó en el club y ayudó a su regreso a la elite, con lo que no cuadra mucho esa teoría, ya que no le habrían permitido continuar en el vestuario tras esa fechoría, siendo, además, luego la mano derecha de José Ramón Esnaola antes de marcharse. Tampoco encajan otras teorías de la conspiración, por supuesto con mayor base que las que acusan al campeón del Mundo en el 86, aunque no es demasiado sospechoso Chano, titular en el 4-0 pero también autor del 1-0 de la vuelta, quien también siguió en el Betis antes de marcharse al Tenerife dos años más tarde de aquella promoción. Ni parece que el traidor fuera Julio, que se metió un autogol en la ida, pero que hizo carrera en verdiblanco para marcharse al Murcia en 1993. Otros creen que sí pudo llevarse aquella prima Manolo Hierro, cedido por el Barça esa campaña en La Palmera, y que se marcharía unos días después a la isla... pero difícilmente pudo influir sin jugar aquellos dos días.

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