A sus 33 años, Marko Dmitrovic ha recuperado la sonrisa en el Leganés, donde aterrizó el pasado verano tras desvincularse de un Sevilla FC donde militó durante tres temporadas con más sombras que luces. Salvo en contadas excepciones, el ex del Eibar no logró hacerse con un puesto en la meta blanquriroja y no esconde que pasó momentos duros, por lo que tenía claro que lo mejor era poner fin a esa relación. "Ahora mismo me estoy encontrando muy bien, encontré mi sitio de nuevo, así que nada, disfruto del día a día", ha afirmado al respecto en El Pelotazo de Canal Sur Radio.
"Ya con los años y con la edad que tengo, con la experiencia, cada vez lo enfrentas de otra forma, pero nunca estás contento cuando no juegas, seas joven o veterano. Aprendes que tienes que hacer lo máximo que depende de ti y luego el que decide el equipo es el míster", añadió el cancerbero serbio sobre una etapa en la que pareció ver la luz con la llegada al banquillo de José Luis Mendilibar, si bien el técnico vasco acabó por relegarle también al la suplencia para apostar por Bono, como hizo todo el curso anterior Julen Lopetegui.
"En ese momento pensó que yo no estaba a un nivel suficiente bueno para seguir jugando. Al final conocemos a 'Mendi' y yo tengo una relación muy estrecha con él, todo el mundo lo sabe, que incluso entre comillas es mi padre futbolístico, pero él no se casa con nadie. Si no te ve para jugar, no te pone, sea yo o cualquier otro jugador. Cada año que pasa, uno está más maduro y al final cada entrenador tiene derecho de decidir quién juega o no", señaló, aclarando también cuáles fueron el mejor y el peor momento que vivió en Nervión.
"Son tres años muy bonitos para mí, de cosas muy buenas, cosas no tan buenas. Ahora me sirven como un aprendizaje, para mejorar, no repetir esos errores que yo creo que cometía. Seguramente el mejor momento es la Europa League, que al final fue después de unos ocho meses muy complicados a todos los niveles. A nivel grupal seguramente formar parte del equipo que ganó el séptimo título de Europa League fue lo mejor. El peor momento, sobre todo el último año, el tercero, para mí fue muy complicado, muy difícil. Después de estar dos años suplente y participar bastante con un Bono que estuvo a nivel mundial, en el último año, cuando perdí la titularidad, estaba ya cansado de dar la vuelta a la situación, un poco desgastado, y eso seguramente podría haberlo llevado mejor", admitió.
Ahora, desde la distancia, elogia el trabajo de García Pimienta, a cuyas órdenes trabajó en pretemporada. "Para mí está realizando un muy buen trabajo. Claro que no es fácil después de muchos años no jugar en Europa, el cambio de muchos jugadores en el último año y medio o dos, sobre todo en una primera campaña que nunca es fácil sacar un rendimiento así. Lo menos que hay en Sevilla es paciencia, se espera ganar todos los partidos. Con la grandeza del club y la presión, es normal, pero a veces hay que tener un poco más de paciencia porque es un proceso nuevo. La afición está acostumbrada a jugar competiciones europeas y los últimos años la Champions League. Está haciendo un gran trabajo", destacó.
Además, echando la vista atrás, cree que hubo un momento clave que hizo que en el club no asumiera el declive deportivo que ya se vislumbraba para intentar ponerle freno antes. "En mi penúltimo año nos clasificamos para la Champions gracias a los últimos dos meses y a la Europa League ganada, porque terminamos duodécimos y no estábamos ni cerca para clasificarnos para competición europea. Estábamos mucho más tiempo peleando para no descender, incluso en unos momentos estuvimos en descenso, así que esa Europa League yo creo que con tantas alegrías que dio, tapó algunos problemas y los prolongó para años siguientes. Terminamos muy felices, pero olvidamos que fueron ocho meses de sufrimiento y que no se podía volver a repetir. Volvimos a repetir una mala temporada en LaLiga y tocó hacer cambios", sentenció.