El Sevilla, cabeza alta y piernas rotas por el 'background'

Joaquín AdornaJoaquín Adorna
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El Sevilla, cabeza alta y piernas rotas por el 'background'
- Joaquín Adorna (@JoaquínAdornaED)
De los cuatro medios tiempos que ha tenido la eliminatoria, el Dortmund sólo ha sido mejor que el Sevilla en uno, la primera parte del Sánchez-Pizjuán, y le ha servido para meterse en los cuartos de final de la UEFA Champions League. Se mira al partido de ida porque en esos cuarenta y cinco minutos, en los que el Sevilla incluso se adelantó en el marcador, Erling Haaland hizo dos goles tras el del empate de Mahmoud Dahoud y se marchó con 1-3 en el marcador, que ya entonces parecía definitivo.

Dejó viva la eliminatoria Luuk de Jong marcando el 2-3 e incluso en los instantes finales tuvo Óscar Rodríguez un empate que evitó el palo. Se esfuma el sueño de hacer más ruido en la Champions y, en esta ocasión, sí mereció al menos forzar la prórroga el conjunto de Lopetegui. Pero no quiso el colegiado turco Cüneyt Çakir revisar en el VAR una posible agresión a Munir en el último suspiro.

Fue raro también que el árbitro anulara el gol de Haaland para pitar un penalti en una acción que tuvo lugar varios minutos antes y es lógico que mandara a repetir el lanzamiento del primer penalti parado por Bono porque el meta sevillista no pisaba con ninguno de sus dos pies la línea de gol.

Aunque no es el arbitraje el motivo de la eliminación del Sevilla, ni mucho menos. La diferencia ha estado en ese primer mal tiempo colectivo en Nervión y en un delantero, Haaland, llamado a marcar una época con un físico imponente, con un carácter competitivo espectacular y con una capacidad goleadora impresionante.

De las mil maneras que hay de caer, al menos, el Sevilla eligió la mejor: con honor y con la cabeza alta. Nada que ver con lo vivido en el Camp Nou, donde los errores arbitrales no debieron tapar el bajón competitivo del equipo. El 3-0 ante el Barcelona hizo daño no sólo por el fondo, lo que supuso quedarse sin una final de la Copa en Sevilla que antes del pitido inicial parecía segura, sino por la forma, por cómo afrontó la cita el Sevilla.

Del enfado de la afición aquella noche, marchándose a la cama con el 'demonio' en el cuerpo, al orgullo de lo realizado en Dortmund. Gran nivel futbolístico, castigo con el 1-0 de Haaland en el único error (pérdida entre Koundé y Suso) y casi única llegada del conjunto alemán en la primera mitad; y una fortaleza metal a prueba de bomba, por encima de la que pudiera tener el más optimista de los sevillistas. El Sevilla sacó el espíritu campeón del 'Nunca se rinde' y estuvo vivo hasta el último suspiro. Poco más se le puede pedir a quien hay poco que reprochar.

Si como dice Lopetegui no nos quedamos mirando sólo la punta del iceberg, lo que ve la prensa -lo que se nos permite ver- y la mayoría de los aficionados, en el background (fondo, trasfondo, antecedentes) hay un circuito rompe piernas que seguramente justifica el bajón en un plantel en el que la mente corre más que el cuerpo. Justamente eso le pasó en la presión alta que intentó ejecutar en el Camp Nou: le faltó físico y tuvo que bajar la línea defensiva para protegerse.

En el fondo hay una acumulación de partidos que no hay cuerpo humano que lo aguante. Ahora, cuatro días para un leve respiro y otro encuentro de emociones fuertes. Llega el derbi ante un Betis en racha que está a sólo 6 puntos (con un partido menos el Sevilla, el aplazado ante el Elche).

También lo dijo Lopetegui: los jugadores no son máquinas. Poco descanso (5 días) tras ganar la Europa League el pasado año, una puesta en marcha sin pretemporada y un desgaste con lesiones incluidas que dan más valor a una temporada en la que ya sólo queda luchar por repetir Champions a través de LaLiga.
 
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