Carlos Sainz ya conoce la revolución de 2026
El jefe de Williams, James Vowles, cree que aún hay tiempo para suavizar la enorme carga mental que, según los primeros test, impondrán los nuevos monoplazas a los pilotos

La temporada 2026 marcará un antes y un después en la Fórmula 1. Ese año entrará en vigor una de las mayores revoluciones reglamentarias de la historia, con un cambio profundo tanto en el chasis como en las unidades de potencia. El nuevo concepto pondrá un peso mucho mayor en la parte eléctrica, que pasará a tener casi la misma relevancia que el motor de combustión interna.
Este nuevo reparto supondrá que la gestión de la energía a lo largo de cada vuelta se convierta en un factor decisivo. Los primeros ensayos en simulador han revelado que estos coches no solo se comportan de forma radicalmente distinta a los actuales, sino que también exigen una concentración y una coordinación mental muy superiores.

Primeras reacciones: de la frustración al aprendizaje
Algunos pilotos ya han probado versiones iniciales de los monoplazas en simuladores, con opiniones encontradas. Charles Leclerc fue uno de los más críticos, asegurando que el pilotaje se volvía artificialmente complicado. Sin embargo, en la mayoría de los casos se trataba de prototipos muy preliminares, todavía lejos de lo que rodará en pista en los test invernales de Barcelona a finales de enero.
Alex Albon, por su parte, tuvo una valoración más equilibrada tras probar una versión más desarrollada, aunque reconoció la dificultad que implica gestionar los estados de energía. “No será tan extremo como en Fórmula E, pero vamos a tener que pensar mucho más en cómo desplegar la energía. El trabajo en el simulador va a ser clave este invierno”, explicó.
Vowles: “No hay que entrar en pánico”
James Vowles pide paciencia y contexto antes de encender las alarmas. “La primera vez que un piloto se sube al simulador con el reglamento de 2026, todo parece muy difícil. Pero en la segunda vez mejora, y tras cuatro o cinco sesiones ya se vuelve algo normal”, explicó.
Aun así, reconoce que el desafío es real: “Tenemos que hacerlo más fácil para el piloto. Ahora mismo, la carga de trabajo es muy alta, pero nos quedan seis meses para refinarlo”. Por tanto, Carlos Sainz ya sabe las primeras sensaciones que tiene su equipo de cara al año que viene.
Más adelantamientos, no menos
Otro de los cambios polémicos será la aerodinámica activa —en alerones delantero y trasero— y la desaparición del DRS, que será sustituido por un “modo de anulación manual” ligado a la gestión de energía. Pese a las dudas de algunos, Vowles es optimista: “Las diferencias de velocidad en recta pueden ser incluso mayores que ahora. Si tienes un coche más rápido, tendrás más herramientas para adelantar que con el sistema actual”.
Con el reloj en marcha y medio año por delante para pulir el concepto, el gran reto de la F1 será lograr que esta nueva era de monoplazas no solo revolucione la tecnología, sino que mantenga —o aumente— el espectáculo en pista.