La nueva traición en Ferrari
Hamilton dejó claro que no se planteó ayudar en la Q3 de Monza y Charles terminó cuarto, con sensación de falta de apoyo interno

La clasificación de Monza volvió a mostrar lo decisiva que puede ser la estrategia en cada vuelta lanzada. Con la sanción de cinco posiciones que arrastraba desde Zandvoort, Hamilton no podía optar a la pole, lo que en teoría abría la puerta a que Ferrari jugara la carta del rebufo para potenciar a Leclerc en la lucha contra Verstappen y los McLaren. No fue así, y el monegasco, que se quedó a solo dos décimas de la pole, dejó caer tras la sesión que la ausencia de esa ayuda pesó más de lo esperado.
“Tuve una muy buena vuelta en el primer intento de Q3, pero en la segunda me vi solo delante, no había nadie que me diera rebufo. Solo estaba Yuki (Tsunoda) delante y no pude hacer mucho más. McLaren y Red Bull están demasiado lejos”, explicó un Leclerc que, sin mostrar enfado, sí reflejó cierto desencanto. Después matizó: “¿El rebufo? No se decidió así. Realmente no se discutió. Es algo que hablaremos con el equipo. Siempre es complicado hacerlo perfecto y Lewis también luchaba para salir lo más adelante posible. No creo que sea el tema principal del día”.

Hamilton no lo contempla
Más contundente fue Hamilton, que negó la opción con firmeza: “¿Dar un rebufo a Charles? No es algo que haya hecho en ninguno de mis equipos. Eso sacrifica a un piloto y yo ya tengo una sanción de cinco puestos, así que para sumar puntos necesito salir lo más arriba posible”. El inglés, que fue quinto en la clasificación, arrancará décimo en la parrilla. Según su razonamiento, levantar el pie en Q3 habría supuesto caer todavía más atrás y comprometer sus opciones de minimizar daños el domingo.
La tradición de Ferrari y la excepción de Monza
En Ferrari no es extraño ver estrategias colectivas en Monza. La propia escudería ha planteado en el pasado maniobras de rebufo para favorecer tanto a Leclerc como a Sainz, incluso sacrificando podios de uno para facilitar la victoria del otro. Sin embargo, esta vez la balanza se inclinó hacia el interés personal de Hamilton, en un momento en el que el británico viene de un accidente en Zandvoort y de varios fines de semana complicados en Bélgica y Hungría. Evitar riesgos parecía prioritario.
La decisión deja a Leclerc con sabor agridulce pese a su cuarto puesto, consciente de que dos o tres décimas extra podían haberle puesto en primera línea. Y reabre el debate sobre si Ferrari debe priorizar siempre el resultado colectivo en escenarios como Monza o respetar las estrategias individuales de cada piloto.