De Dassaev a Chéryshev: los futbolistas que vinieron del frío

De Dassaev a Chéryshev: los futbolistas que vinieron del frío
- Ignacio Ortega (Moscú, Rusia)
EFEEFE7 min lectura
Buenos, bonitos y baratos. Así eran los futbolistas soviéticos -rusos, ucranianos, bielorrusos, caucásicos y bálticos- que llegaron a España justo antes y después de la caída de la Unión Soviética en 1991.

"Fui el primer futbolista soviético que jugó en España. No fueron unas negociaciones fáciles. Estábamos en la URSS. Yo tenía muchas ganas de jugar en Europa, pero no me dejaron marchar al Sevilla hasta que terminó la liga en invierno", comentó a Efe el legendario portero Rinat Dassaev.

Conocido como "Rafaé", Dasáev abrió en 1988 la puerta a una pléyade de futbolistas que estaban deseando abandonar la URSS para ganar dinero de verdad y jugar en las mejores ligas europeas. Muchos optaron por España. Otros por Italia, Inglaterra, Alemania o Francia.

Dassaev es ahora entrenador de porteros del Spartak y acompaña todos los días a su hijo, Salim, que también quiere ser guardameta, a la academia del club moscovita.

Un niño de la guerra, Ruperto Sagasti, que jugó al fútbol en el Krilia Sovétov y en el Spartak Moscú, fue uno de los intermediarios que facilitó la llegada de Dassaev al Sevilla. Y a partir de ahí se corrió la voz de que Rusia era un buen mercado para pescar.

Se apuntaría a la moda el Espanyol de Barcelona, que ficharía al internacional ucraniano Vassili Rats (1991) y después a otros tres rusos, entre los que el más destacado fue Ígor Kornéyev, que después sería segundo de Guus Hiddink en la selección rusa.

Sin duda, contribuyó al interés en el fútbol ruso la victoria en 1991 del Spartak Moscú sobre el Real Madrid en el Santiago Bernabéu en los cuartos de final de la antigua Copa de Europa (1-3).

Los dos goles que Dmitri Rádchenko le marcó a Paco Buyo cambiaron su vida para siempre y le granjearon un contrato con el Racing de Santander (1993), donde se le sumarían los rusos Viktor Faizulin, Dmitri Popov y Vladímir Beschastnij, y el bielorruso Andréi Zigmantóvich.

Rádchenko se encuentra estos días en Austria haciendo la pretemporada con el Ajmat Grozni, donde trabaja como asistente del entrenador, Ígor Lediákov, que recaló en el Sporting de Gijón en 1994.

Mientras, Zigmantóvich trabaja en el Dinamo Brest, cuyo nuevo presidente es Diego Armando Maradona, y Beschastnij dirigió la pasada temporada al modesto Tosno.

No todos llegarían directamente al fútbol español. Al que quizás era el mejor de todos los futbolistas que aterrizaron en España, Alexandr Mostovói, le costó mucho acabar en su Liga, aunque fue uno de los primeros en salir.

Estuvo en el Benfica dos temporadas, aunque una no jugó por problemas legales, y otras tres militó en el Cannes y en el Estrasburgo.

No llegaría al Celta hasta 1996, pero más vale tarde que nunca. Los ocho años que pasó en el equipo gallego son considerados los más brillantes de la historia del club vigués. No en vano le llaman el "Zar" de Balaídos. Desde hace tres años reside en Rusia

Los modestos del fútbol español tampoco se pudieron resistir a la tentación. El Logroñés fichó justo después de la caída de la URSS a Oleg Salenko, un ruso-ucraniano que militaba en el histórico Dinamo Kiev.

Los cinco goles que le metió a Camerún en el Mundial de 1994 -un récord que aún pervive- le llevaron al Valencia. Ahora, se dedica a los negocios y cuando tiene algún día libre juega al fútbol con otros veteranos del Dinamo.

Otro internacional ruso, éste de origen estonio, Valeri Karpin, eligió San Sebastián como destino en 1994, aunque después militaría en el Valencia y el Celta.

Actualmente, Karpin es técnico del Rostov, aunque desde que colgó las botas tocó muchos palos. Fue empresario, constructor inmobiliario, director deportivo, redactor jefe de un canal de televisión y comentarista.

Le siguió su mejor amigo, Víctor Onopko. Su destino fue el Oviedo (1996), que en esa época era un club con ambición que era dirigido por el serbio Radomir Antic.

Guarda muy buen recuerdo del antaño presidente del Oviedo Eugenio Prieto, aunque reconoce que los agentes le hicieron una jugarreta en la que tuvo que intervenir incluso la FIFA y que le impidió fichar por el Atlético de Madrid.

"España es mi segunda patria", asegura Onopko, cuya familia vive desde entonces en Asturias, mientras él se gana la vida como segundo entrenador del CSKA Moscú.

Ese mismo año el Zaragoza fichó a Vladislav Radímov, que trabaja en el Zenit, de donde vendría también al Sevilla ya en el nuevo milenio Alexandr Kerzhakov.

El actual entrenador del Dinamo Moscú, Dmitri Jojlov, siguió el camino de Karpin y fichó por la Real Sociedad, y su actual ayudante, Yuri Nikifórov, jugó brevemente en el Sporting.

Ahora, sólo un ruso juega en la liga española: Denís Chéryshev. Nació en la ciudad rusa de Nizhni Nóvgorod, pero desde los seis años vive en España, donde se crió en la cantera madridista y ahora viste la camiseta del Villarreal.

El mérito es de su padre, Dmitri Chéryshev, que jugó en el Sporting de Gijón, después trabajó en el Real Madrid, asistió a Unai Emery en el Sevilla y ahora es embajador de la Copa Mundial, torneo en el que su hijo defiende los colores de Rusia.
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