Aitor Torvisco10 min lecturaEl Real Betis compitió hasta el final ante un FC Barcelona al que obligó a ponerse el mono de trabajo y picar piedra para imponerse por 1-2 en un partido con mucha intensidad, múltiples duelos, un ritmo altísimo y un constante ida y vuelta mientras al cuadro verdiblanco le dio para mantener las fuerzas equilibradas.
Sabedor de que tendría menos posesión, Pellegrini planteó un choque intenso con líneas juntas para obstaculizar la salida de los culés, esperando a que se desplegase el rival para presionar fuerte, recuperar y correr con espacios y tratando de pillar descolocado al Barça. Xavi le mantuvo el pulso y fue precisamente así como abrió el marcador, en una falta rápida sacada en un lugar distinto al de la falta en el que aceleró, asistió y marcó a puerta vacía.
El técnico chileno salió con todo, en un once con la dupla Pezzella-Luiz Felipe, con Abner, con Guido y Carvalho en el doble pivote y con Luiz Henrique, Canales y Fekir escoltando a Borja Iglesias. En la segunda mitad, no tardó en recurrir a la chispa de Juanmi y a la experencia de Guardado. Justo antes del 0-2 (Lewandowski), tiró de triple cambio con Rodri, Willian José y Sabaly, que puso el centro del 1-2 (autogol de Koundé) que permitió luchar hasta el final.
Así jugaron, uno a uno, los futbolistas del Real Betis en el duelo frente al FC Barcelona correspondiente a la jornada 17 de LaLiga en Primera división:
En la primera mitad evitó dos ocasiones muy claras de Pedri: una echándose rápido a los pies del canario, que había entrado en el área regateando defensores, y otra sacando una pierna para repeler un disparo flojo pero peligroso. Empezó la segunda igual, con una mano salvadora ante el canario. Tenía poco que hacer en los goles, con centro de Badé para el remate a placer de Raphinha y el misil a la media vuelta de Lewandowski.
Actitud espartana, ideal para constante ida y vuelta de un encuentro jugado a un ritmo altísimo. Firme en defensa, fuerte al choque, concentrado para cerrar centros laterales desde el lado opuesto y rápido para salir a la contra. El Barça ganó metros en la segunda mitad, el catalán comenzó a acusar el desgaste (y los dos contra uno Gavi-Balde), Luiz Henrique no le ayudó mucho y Pellegrini le suplió por Sabaly.
Un muro. En la línea del choque en Getafe, es un seguro de vida por alto, despejando peligro llovido en los constantes centros laterales del cuadro culé, y al choque, donde va siempre con contundencia y carácter expeditivo. Se juntaba a Luiz Felipe y no dejaba girarse a Lewandowski. La primera que le ganó el polaco fue en el 80'. Eso sí, fue el 0-2.
Parece que lleva toda la vida jugando al lado del argentino, pues se entiende muy bien con él. Al italo-brasileño no le quema la pelota, y tiene un imán para repeler centros y disparos. Especialmente efectivo cuando se lanza a ras de suelo (evitó un gol de Lewandowski). No para de crecer ni de asentar su liderazgo.
Sigue dosificando sus subidas para priorizar la seguridad en su perfil, pero es valiente y, aunque a veces le pillaban la espalda (como en el 0-1), tiene un rápido retorno y ha captado rápido ciertos automatismos. Se coordina muy bien con sus compañeros de zaga para tirar la línea del fuera de juego. Raphinha le buscaba con 'piscinazos', pero no picó.
Superado por momentos por un ritmo de correcalles, tiró de galones para pedir calma y utilizó su gran pase en largo para abrir campo, aunque con el paso de los minutos el Barça fue hundiendo al Betis y el argentino, siempre bien colocado, comenzó a perder trascendencia.
Completó una buena primera parte, pero fue a menos, consumido por la altísima intensidad. Sin el control que suele imponer en el juego -pues la pelota iba de lado a lado-, intervenía menos aunque su porcentaje de acierto en el primer pase permitía encontrar una salida limpia tras la recuperación. En la segunda mitad, al Betis le costaba más recuperar, comenzó a sufrir y fue sustituido. Expulsado por protestar con el partido ya terminado.
Fue menos determinante que en el duelo de la Supercopa, pero igualmente suponía un incordio táctico para el Barça por su movilidad por todo el frente de ataque. Controla de espaldas, se protege del envite y sale casi siempre de su primer regate, rompiendo la primera línea y facilitando la salida al ataque. Eso sí, su movilidad la pagaba Ruibal, con menos ayudas.
El francés volvía a la titularidad tras su lesión y unos buenos minutos en Getafe. El ritmo del partido, rapidísimo, no le deja 'sobar' la bola como le gusta, pero se adaptó filtrando buenos pases a la espalda de la defensa culé. Dio el susto en la segunda mitad, tras un resbalón en el que se hizo daño en el aductor y Pellegrini no quiso correr riesgos y le cambió de inmediato.
No está en su 'prime' (como se dice ahora) y le falta ese punto de lucidez para rematar con pase o remate las buenas acciones que generó en el área; pero nadie le puede negar su tozudez para intentarlo una y otra vez. Si no produce por su indudable calidad, lo hace por amor propio, por insistir hasta la extenuación.
Recital de pelea y de compañerismo, fajándose para generar espacios para la llegada de la segunda línea. Supo leer la movilidad de la segunda línea, incorporándose a los mediapuntas y abriéndose a banda para generar. Intentó asistir a Juanmi en su mejor acción en el área, pero se marchó frustrado por no tener ni una ocasión clara y por el doble rasero arbitral para juzgar los contactos.
Puso el once de gala que le queda tras el mercado de enero, sólo a la espera de ver cómo se integra Ayoze. Otros titulares como Sabaly, Rodri y Juanmi salieron en la segunda mitad. Preparó un partido en el que iba a tener menos posesión con un buen repliegue, intensidad, mucha coordinación a la hora de tirar la línea del fuera de juego y feroz presión tras pérdida para intentar pillar al Barcelona descolocado y atacarle en pocos toques.
Entró por Carvalho para reforzar la medular, pero vio una amarilla nada más salir; pero siempre garantiza competitividad y experiencia para saber dónde colocarse.
Tiene la hiperactividad y el colmillo fino de siempre, pero le falta ese puntito que da el ritmo de competición. Un pase atrás de Borja se le quedó muy atrás y no fue capaz de engatillar en una de las acciones más prometedoras de la segunda mitad.
Salió en un momento difícil, con la balanza aparentemente decantada para el Barça y no paró de pedirla para intentar acelerar el juego de su equipo.
Presionó con energía para intentar que al Barça le costase más salir, pues en la segunda mitad había ganado muchos metros, pero no tuvo incidencia en el juego ofensivo.
Salió cuando más dominaba el Barça. Con 0-2, comenzó a arriesgar y se sumaba con potencia y zancada al ataque. Así puso el centro que Koundé se metió en su portería en el 1-2, que dio vida al Betis en la recta final.