Las quejas del Jagiellonia y un vaticinio sobre el choque de vuelta
El míster, Adrian Siemieniec, lamenta que sus futbolistas hicieran caso omiso de sus advertencias, mientras que parte de los 1.300 hinchas polacos se las tuvieron con la Policía

Aunque disponían por normativa UEFA de casi 3.000 entradas (los anfitriones deben reservar un 5% del aforo de sus estadios para los aficionados visitantes), los hinchas polacos desplazados al Benito Villamarín rondaron finalmente los 1.300. Y, pese a que se caracterizan por ser muy animosos y optimistas, lógicamente, quedaron opacados por los más de 55.000 béticos que consiguieron un registro histórico y sin precedentes en un partido europeo en el Benito Villamarín: 56.442 asistentes. Además, el 2-0 al descanso y las escasas llegadas al área de Fran Vieites (cuatro disparos en total, pero sólo uno entre palos, blocado por el pontevedrés tras una chilena de Churlinov, por el 8/27 del Real Betis) fueron apagando poco a poco a los aurirrojos, que terminaron pagándolo con la Policía. Así, hubo cargas en el sector acotado entre Go Norte y Fondo conocido popularmente como 'La Jaula', con hinchas foráneos, algunos de ellos encapuchados, lanzando objetos y botellas de agua a la fuerza pública.
Hubo alguna queja de los dirigentes del Jagiellonia por el trato, en su opinión desmedido, de los agentes del orden. No fue la única por parte de la expedición aterrizada desde Bialystok. Así, su entrenador, Adrian Siemieniec, enfatizó en sala de prensa que sus jugadores no le habían hecho mucho caso cuando les advirtió en la víspera de que no venían "a admirar a Isco o a Antony", sino a quitarles el balón para buscar la victoria. Por ejemplo, el extremo Miki Villar admitía que el escenario les impuso: "Nunca en mi vida se había puesto la piel de gallina así en un estadio. ¿Isco? Tiene ese toque que te la quita y ya no la hueles". El míster protestó: "Frente a un rival así hay que estar al mejor nivel no sólo futbolístico, sino también físico, para poder competir de igual a igual todo el partido. Jugando en un campo así, enfrentándonos a tal calidad, basta con un par o tres de presiones desorganizadas para obligarnos a retroceder a nuestra área. Estos rivales no abandonan el campo ni diez segundos".
Pese a todo, el joven adiestrador no tira ni mucho menos la toalla, quedándose con el vaso medio lleno: "No quiero decir que estemos contentos por haber perdido el partido, pero, como entrenador, definitivamente puedo ver el progreso del equipo. Creo que este partido nos dio la confianza por momentos de que en la vuelta podríamos ser igual de competitivos o incluso mejores en nuestro desempeño. El resultado aquí es 0-2, pero creo que el gol que marcaremos en Bialystok puede hacer que la revancha sea interesante. En términos de calidad, aquí jugamos mucho mejor que en Amsterdam, especialmente cuando teníamos el balón. Pudimos marcar, reaccionamos a la presión, cambiando el centro del campo, y salimos con un ataque rápido al recuperar el balón con buena frecuencia. Lo que nos faltó fue traducir eso en ocasiones de gol, porque no hubo muchas; casi no hubo peligro real por nuestra parte, aunque tuvimos nuestros momentos".
