Este viernes, por segundo día consecutivo, un alud informativo ha caído sobre Kike Salas y ha vuelto a hacer temblar los cimientos del Sevilla FC, perjudicado indirectamente por los indicios que van saliendo a la luz y que complican sobremanera a corto plazo el futuro deportivo del joven central. Acusado de un supuesto delito de estafa, la Policía Nacional ha encontrado mensajes concluyentes en el volcado del teléfono móvil que vendrían a demostrar la sospecha del Juzgado de Instrucción Número 1 de Morón de la Frontera (Sevilla) acerca de una presunta implicación plena del canterano nervionense en una práctica de apuestas deportivas ilegales que habrían reportado ingresos cercanos a los 10.000 euros a personas de su entorno más cercano.
El periódico El Confidencial ha tenido acceso a esos informes policiales y, tras publicar el jueves unos mensajes que pintan muy fea la situación del '4' nervionense al demostrar que utilizó perfiles falsos y que habló abiertamente de apuestas con otros dos acusados en este mismo caso, hoy ha revelado más detalles que prueban que el internacional español sub 21 filtraba a sus amigos información privada acerca de las alineaciones de Quique Sánchez Flores -su entonces entrenador-, de estados físicos y anímicos de algunos de sus compañeros o de detalles del día a día del Sevilla FC que suelen guardarse con celo y que permitieron 'adivinar' situaciones rocambolescas por las que habían apostado pequeñas sumas de dinero.
En un ejemplo muy concreto y revelador para los investigadores destaca una apuesta a que Lucas Ocampos sería amonestado en un choque liguero ante el FC Barcelona, en la última jornada de la 23/24 disputada el 26 de mayo de 2024. Curiosamente, el extremo argentino vio una cartulina amarilla en el 90+3', justo antes del final del choque que acabó con 1-2 para los culés. El citado diario publica la conversación que tuvo lugar ese día en un grupo de What'sApp que Kike Salas tenía con sus amigos César G. -alias Richi- y Kevin L. El primero de ellos pide el once inicial del Sevilla FC y el canterano sevillista sólo tarda 28 segundos en responder: con el siguiente mensaje: "Nyland, Ocampos, Badé, Sergio (Ramos), yo (Kike Salas), Adri (Pedrosa), Nema (Gudelj), Buba (Soumaré), Oli (Óliver Torres), Isaac (Romero) y Nesy (En-Nesyri)".
Este mensaje es significativo para los agentes, ya que la cuota de las apuestas aumentó al añadir "jugará de titular". Justo antes de ese encuentro ante el Barça, César G. (alias Richi, el mismo que preguntaba el once) acudió a un salón Codere de Morón de la Frontera e hizo dos apuestas de 100 euros cada una: que Kike Salas y Lucas Ocampos verían amarillas. Sólo dos futbolistas del Sevilla FC fueron amonestados en ese encuentro. Justo los dos que habían 'augurado' los apostantes. Exactamente lo mismo ocurrió en un Villarreal-Sevilla del 11 de mayo y en un Sevilla-Cádiz del día 15-M. "Sí, yo juego", les adelantaba de nuevo el futbolista. La investigación asegura también que, con las ganancias, se pagaron un viaje de vacaciones ese mismo verano.
La Policía Nacional concluye en su informe que hay indicios suficientes para aseverar que Kike Salas avisó a varios amigos de que forzaría tarjetas amarillas en partidos del tramo final de la LaLiga EA Sports 2023/2024 para que estos le metiesen dinero en varias casas de apuestas. Se trata de una investigación del Centro Nacional Policial para la Integridad en el Deporte y las Apuestas (Cenpida), que está adscrito a la Unidad Central de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Policía Nacional, por ser la encargada de la prevención de este tipo de amaños. Además, el caso concluye la colaboración de otro futbolista: Eduardo S., jugador del FC Ordino, de la primera división de Andorra. "Te digo algo de mi partido de mñn y le metéis fuerte él oreja (Kike) y tú y me dais la comisión. Le metéis 200, os dobláis y me dais 40€ si queréis. Me decís y le metéis sin miedo. Mañana no perdemos. Cuota 2", decía éste.
Cabe recordar que este tipo de delitos contemplan sanciones deportivas de hasta cinco temporadas e incluso penas de prisión que pueden alcanzar los tres años y que esto, además de una merma deportiva, tiene consecuencias económicas para el Sevilla FC al prácticamente eliminar toda posibilidad de hacer caja con un futbolista que manejaba ofertas muy interesantes congeladas nada más saltar este escándalo. El club siempre ha defendido la presunción de inocencia pero ha condenado este tipo de prácticas y esperará a la sentencia antes de tomar medidas.