Los motivos de la indignación sevillista

Los motivos de la indignación sevillista
Éver Banega pide explicaciones a Mateu Lahoz en el Coliseum. - Aitor Torvisco
Aitor TorviscoAitor Torvisco 5 min lectura
El reglamento de la RFEF y la circular que el CTA envió a los árbitros para que se aplicase este curso dice lo siguiente de penaltis por manos como los señalados a Franco Vázquez y Escudero el pasado domingo en el Coliseum Alfonso Pérez de Getafe: "Las manos rebotadas que impactan en la mano o en el brazo de un jugador, como principio, por su total involuntariedad, no serán sancionadas; pero si se observa que desde el inicio de la jugada el defensor, con clara intención de cubrir más espacio, eleva o despega claramente sus brazos o manos y el balón impacta en esa zona de su cuerpo, será sancionado tanto técnica como disciplinariamente conforme a las reglas del juego. En cuanto a la sanción disciplinaria a aplicar en jugadas de manos, no hay cambios en relación a temporadas anteriores; es decir, serán amonestadas las acciones en las que el jugador toque con la mano para interferir en un ataque prometedor o detenerlo, si toca el balón en un intento de meter un gol, o de evitarlo (...)".

El texto, desde luego, se ajusta a lo que pasó en el Getafe-Sevilla. Y el 3-0 parece legal. Entonces, ¿de qué se quejan los sevillistas? ¿Cuáles son los motivos de su indignación? Pues hay varios, empezando por el obvio hecho de que hace muchísimo tiempo ya que se colmó el vaso de la paciencia con Mateu Lahoz, uno de los colegiados con más afán de protagonismo y de los más polémicos de LaLiga, con quien, además, tienen un mal balance.

Caparrós se quejó, sobre todo, de la expulsión de Escudero y de las cinco amarillas que vieron sus pupilos en apenas cinco minutos. En la misma jornada dominical, por ejemplo, se vio una acción similar en el Benito Villamarín, donde el central del Valencia Gabriel Paulista cortó con el brazo un remate que iba a portería del local Sergio León y, a diferencia de lo que decidió Mateu Lahoz en Getafe, esta vez Sánchez Martínez decretó pena máxima pero no amonestó al zaguero blanquinegro.

Y ahí reside el primero y, a buen seguro, el principal motivo del enfado nervionense: en criterios muy cambiantes que, a la larga, invitan a pensar mal. Y es que cabe recordar, sólo por poner comparaciones, que Martínez Munuera dirigió el Barcelona-Sevilla de la jornada 10 y dejó sin sancionar una mano dentro del área del culé Jordi Alba, que cortó un centro de Jesús Navas (es decir, según la circular, "un ataque prometedor"). Ahí no fue penalti ni amarilla. En los dos del Getafe-Sevilla sí hubo doble castigo, algo llamativo, pues ese día el árbitro fue el mismo que estaba sentado en el sala del VAR para revisar lo que acontecía el domingo en el Coliseum: Juan Martínez Munuera, de Benidorm.

Ésa es otra. La 'curiosidad' de que con el Valencia luchando contra Getafe y Sevilla por una plaza de Champions, un árbitro valenciano como Mateu Lahoz sea el juez de la contienda; que uno de sus dos líneas sea también de allí y que, para colmo, el encargado del VAR, el propio Martínez Munuera, también sea del colegio valenciano. Da, como poco, para pensar. Pero no es la primera vez que ocurre. Tanto es así, que el Sevilla puede decir que le ha pitado un colegiado nacido en la Comunidad Valenciana ante los cuatro primeros de la clasificación: Mateu le pitó en el Santiago Bernabéu y en el Coliseum Alfonso Pérez y, en casa, ante Barcelona y Atlético.

Con Martínez Munuera, por su parte, concidió en el Camp Nou y en Nervión contra el Alavés, en lo que entonces era también un duelo directo por el 'Top-4'. El tercer motivo del enfado del sevillismo radica en cuándo entra el VAR. En sus partidos lo ha hecho en ocho ocasiones y en cinco fue para pronunciarse en su contra, por sólo tres a favor. Ser, con un balance de -5, el más 'perjudicado' resta confianza en la supuesta imparcialidad y en la justicia del videoarbitraje.
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