Así eran las pruebas de dopaje en los años 60: improvisación total

Desgraciadamente, el dopaje siempre ha estado presente en el ciclismo, puesto que la condición humana hace que la ambición esté presente, de manera excesiva, en muchos deportistas

Así eran las pruebas de dopaje en los años 60: improvisación total
Así eran las pruebas de dopaje en los años 60: improvisación total - Wikipedia

El dopaje en el deporte siempre es noticia porque en la actualidad está muy mal visto. Además de ser algo poco ético para el deportista, también pone en riesgo su salud y en juego su carrera, puesto que en la actualidad las sanciones por dopaje pueden acabar con la carrera de cualquier deportista.

Como todo el mundo sabe, el dopaje en el deporte es el uso de sustancias prohibidas para mejorar el rendimiento, sobre todo físico, de los deportistas. Se trata de una práctica que está muy perseguida, puesto que viola las reglas de las distintas competiciones deportivas, no estando permitida en ningún deporte.

El ciclismo es uno de los deportes en los que más casos de dopaje han existido, al menos mediáticos. Además de muchas acusaciones que luego se han demostrado que tenían una explicación y no eran tramposos.

"Cuando las necesidades demandan un tratamiento médico con alguna sustancia que, debido a su naturaleza, dosificación o aplicación sea capaz de mejorar las prestaciones en una competición de una manera artificial o antideportiva, esto será contemplado como doping", es lo que el COI (Comité Olímpico Internacional) considera como dopaje.

En la década de los 60 fue cuando comenzaron a hacerse los primeros controles antidopaje, exactamente en 1964, siendo el ciclismo un deporte pionero en la lucha contra el dopaje.

Fue en los Juegos Olímpicos de Tokio, en 1964, cuando se realizaron las primeras pruebas de control en ciclismo y se realizó la primera lista de sustancias prohibidas. Al año siguiente, se hicieron las primeras pruebas antidopaje exhaustivas durante las olimpiadas de verano de México.

La comparación del dopaje en el ciclismo actual con el de la década de los 60 revela una evolución significativa tanto en los métodos empleados como en la percepción y el control del fenómeno. Un buen ejemplo es lo ocurrido en Bélgica en 1965, con el equipo belga Solo-Supéria dominando muchas de las pruebas de la temporada.

Bélgica aprobó ese año una ley contra el empleo de sustancias dopantes y La Liga Velocipédica Belga (LVB) tuvo que comenzar a hacer controles antidopaje en las pruebas, estableciendo que tendrían que someterse a ellos los primeros cinco clasificados. Esta medida arrojó resultados demoledores.

Todos los cinco primeros clasificados en las pruebas en las que la LVB tenía competencias y debía hacer controles antidopaje dieron positivo, resultando ganadores de cada una de las pruebas un sexto clasificado al que no se le hacía el control antidoping.

El escándalo fue tal que la LVB pospuso las sanciones a los ciclistas para no dejar al ciclismo sin nombres muy relevantes.

El primero en hablar de aquello fue Martin Van Geneugde, quien admitió el uso de sustancias dopantes que le ayudaron a ganar, entre otras cosas, una etapa en el Tour de Francia de 1960.