Así era en realidad el discurso que Rubiales no quiso leer en la Asamblea

El asesor del ex presidente de la Federación le aconsejó leer un texto muy diferente al que el motrileño pronunció a finales de agosto, cuando insistió en no dimitir y hablar de "asesinato social" por las acusaciones que se vertían contra su persona por el famoso beso a Jenni Hermoso

Así era en realidad el discurso que Rubiales no quiso leer en la Asamblea
Luis Rubiales no aceptó los consejos de su asesor en la Federación. - UES
Fernando MateosFernando Mateos 4 min lectura

El ‘caso Rubiales’ sigue viviendo nuevos capítulos, después de que el ya ex presidente de la Real Federación Española haya declarado ante la Audiencia Nacional acusado de los delitos de agresión sexual y coacciones contra Jenni Hermoso. Unas coacciones que, a tenor del interrogatorio al que habría sido sometido, también tuvieron como protagonistas a otros altos cargos de la Federación.

El motrileño sigue insistiendo en que su beso a la futbolista internacional española tras ganar el Mundial de fútbol femenino fue consentido, pero lo cierto es que el juez le ha impuesto una orden de alejamiento que le impide acercarse a menos de 200 metros de la jugadora del Pachuca mexicano, impidiéndose también cualquier tipo de contacto con ella.

Atrás queda su llamativo discurso en la Asamblea de la RFEF, donde insistió en que no dimitiría cuando todo el mundo daba por hecho lo contrario. Pero lo cierto es que el asesor del ex presidente, Luis Arroyo, le aconsejó lo contrario, e incluso le escribió un discurso para salvarlo de la quema que el propio Rubiales se negó a leer, según ha desvelado El Mundo.

Además de dicho asesor externo contratado por la Federación, todo el equipo de prensa de dicho organismo intentó convencer al granadino de que lo mejor para sus intereses era leer este texto que se escribió hace un año, para lavar su imagen por la famosa ‘fiesta de Salobreña’. En él, tampoco se le empujaba a dimitir, pero sí se dejaba caer que era una idea que el ex dirigente podía contemplar.

Nadie, sin embargo, pudo convencer a Rubiales para que aceptara esa versión de los hechos. En su lugar, repitió hasta la saciedad: “No dimito”. Luego, la presión hizo el resto y una llamada desde las más altas instancias también le acabó por empujar a la puerta de salida.

El comunicado que Rubiales nunca llegó a leer

"Siento mucho, desde de lo más profundo de mi corazón, haber empañado esa enorme victoria de nuestro equipo femenino (...) El primer error fue traspasar los límites de la confianza con la jugadora Jenni Hermoso. Ella sabe que no hubo mala intención, pero es evidente que lo que pretendía ser un gesto de alegría y felicitación se convirtió en un símbolo de dominio de un hombre en una posición de poder - yo mismo - sobre una mujer. Soy imperfecto, por supuesto, pero me tengo por un ciudadano respetuoso y jamás he aceptado gestos de violencia ni de dominio sobre ninguna mujer”, comienza diciendo el texto que debía leer Rubiales.

“El segundo error fue negar inicialmente la gravedad con que muchos apreciaron mi gesto, y calificar con algunos insultos a los que lo criticaron. Tras muchas horas de viaje, precisamente con las jugadoras y los técnicos de la Federación, no supe apreciar la sensibilidad social del momento. Ese fue el segundo error, sin paliativos. El tercero consistió en no apreciar tampoco al día siguiente lo inadecuado de mi comportamiento, y poner matices y excusas. Debí decir entonces lo que digo ahora con tres palabras: lo siento. Perdón (...). Estoy completamente convencido de que no hay acto punible en mi conducta y así lo constataré si se me requiere. Pero es evidente que mi comportamiento fue inadecuado y reitero mis disculpas. Estoy a disposición del Área de Integridad de la Federación, que ha abierto ya diligencias internas", sentenciaba el discurso que ha sido desvelado por El Mundo.