Entre el duelo y la reflexión en el Betis, alguien tira de orgullo: "Hasta el final voy a creer en ti"
Mucha autocrítica interna que hacer en la vuelta al trabajo, porque Pellegrini y los suyos son conscientes de que el 9 de 27 no es sólo culpa de los árbitros

El Real Betis volverá al trabajo esta semana con mucha plancha, como se dice coloquialmente. Varios jugadores invitaban tras los últimos encuentros a hacer autocrítica, que es necesaria. Contra el Barcelona, la mayoría de los análisis se centraron en la discutible labor de Carlos del Cerro Grande, que completó su pleno al expulsar al cuarto verdiblanco en las cuatro ocasiones en las que los ha dirigido este curso. Estadísticas negativas aparte, Manuel Pellegrini y los suyos son conscientes del bajón de juego que ha experimentado el equipo verdiblanco en estos dos meses, puesto que el 9 de 27 tras las tres victorias consecutivas de febrero no es sólo achacable a los colegiados. Quedan seis jornadas y el objetivo principal se ha complicado sobremanera, por lo que reaccionar en San Mamés, estén los que estén sobre el césped, se antoja una obligación.
Ya hay voces que denuncian que el ambiente en el vestuario no es el mejor, aunque, sea cierto o un bulo, como pedía José Miguel López Catalán en las entrañas del Camp Nou, toca centrarse, olvidar cualquier problema y conjurarse para sumar los máximos puntos posibles de los 18 que quedan para amarrar la tercera clasificación consecutiva para competiciones europeas. La del domingo fue una jornada de reflexión y cierto duelo en Heliópolis. Más allá de los que atendieron a los medios de comunicación en Barcelona (la mano derecha de Ángel Haro, Miranda, el entrenador y Guido Rodríguez), apenas hubo mensajes en las redes sociales en las horas posteriores. Paul puso un par de fotos, sin texto y con los comentarios limitados en Instagram, tras jugar mes y medio más tarde, excepción hecha del alargue frente al Espanyol. Y pare usted de contar. Cada uno lamió y restañó las heridas como pudo y quiso en la intimidad.
Sin embargo, un nombre de referencia en el cuerpo técnico, de beticismo incuestionable y pasión demostrada por sus colores, se atrevió a lanzar su particular arenga. Se trata de Toni Doblas, entrenador de porteros y quien formó bajo palos cuando los verdiblancos levantaron el trofeo de campeones de la Copa del Rey en 2005 en el Vicente Calderón. Con muchas interacciones, hubo quien, desde el respeto o directamente a bocajarro, recordaron al de Bellavista que es hora de reconocer los errores y tirar hacia adelante. Los hay que no creen en el posible despertar, seguramente los menos, pero el preparador mostró su fe en que la actual situación, con el objetivo comprometido, se puede revertir: "En las adversidades es cuando más se nota la gente que te quiere. Que nadie olvide de dónde venimos y dónde nos encontramos. Hasta el final voy a creer en ti".
Como si de uno de los cánticos habituales en el Benito Villamarín se tratase, Doblas trató de espolear de esta manera a propios y extraños, considerando estos últimos unos aficionados dolidos por el bajón, aunque siempre han respaldado al equipo. Acompañando el mensaje con iconos de brazos simbolizando fuerza y un corazón verde, el ex guardameta rompió el silencio sepulcral del día después y sentó las bases de una semana importante para los heliopolitanos, forzados a sumar, mejor si es de tres, en San Mamés el jueves para frenar a un rival directo que se acerca por detrás. El sábado, además, toca ser más madridista que nunca en La Cartuja, pues una derrota de Osasuna en la final de la Copa del Rey aumentaría la nómina de participantes en la Europa League vía LaLiga.